Recuerdo que camina barrios

 De caminar erguido y férreo en sus convicciones, que mantuvo tras sus arrestos y militancia sindical, Osvaldo Pugliese nació y murió en la Ciudad de Buenos Aires. Villa Crespo, Almagro y Villa Ortúzar guardan retazos de su vida, obra y descendencia. Pero él no sólo pertenece a esas vecindades, habita también en quienes lo invocan como protector de artistas, en quienes lo admiran como laburante del tango y en quienes aún lo nombran “Maestro”.

“Mi papá me decía que el tango tiene que ser bailable, por eso cuando toco miro los pasos del bailarín, para inspirarme y lograr el ritmo”, le decía Osvaldo Pugliese a Saúl Cascallar, compañero de prisión en la cárcel de Devoto. Su espíritu innovador lo convirtió en precursor del empleo de la sincopa y el contrapunto, que lo hicieron hacedor de piezas poéticas perfectas. Cuando compuso el tango “Recuerdo” –que firmó con el nombre de su padre– era tan de avanzada que los músicos no sabían tocar las variaciones. Pugliese fue un revolucionario del tango y de la vida. De hecho, fue el primero que interpretó las obras del entonces resistido Astor Piazzolla.

Su aporte rítmico al género es indudable; sin embargo, por varios años, su enorme talento fue opacado en el imaginario colectivo por los arrestos que sufrió por motivos políticos. La humildad fue un rasgo distintivo de su personalidad. En la cárcel peló papas y limpió pisos. Y aunque sus compañeros intentaban evitarle las tareas al “Maestro”, él no lo permitía. Su orquesta era como una gran familia. Las rondas de truco eran largas e intensas. Incluso esperaba terminar la partida para subir al escenario: “dos porotitos más y subo”, solía decir. La partida del joven cantante Adrián Huida, lo entristeció profundamente.

Miope, sonriente y con un modo particular de caminar, se ha convertido en una postal de Buenos Aires. Quienes lo conocieron dicen que su andar era erguido y muy porteño. Su pensamiento político tuvo consecuencias sobre su obra. Tal vez por eso muchos lo conocieron más por la absurda persecución que sufrió, antes que por sus brillantes creaciones.

Trabajador de la música popular

Osvaldo Pedro Pugliese nació el 2 de diciembre de 1905, en el barrio de Villa Crespo en la Ciudad de Buenos Aires. Su padre, Adolfo, un obrero del calzado y flautista aficionado en los cuartetos de barrio que cultivaban el tango, fue quien le impartió las primeras clases de solfeo. Entonces, comenzó a tocar el violín, pero pronto se inclinó por el piano, pese al tiempo que le llevó a don Adolfo comprar este instrumento. Dos de sus hermanos mayores tocaban el violín: Vicente Salvador (“Fito”) y Alberto Roque, que siguió ligado a la música por varios años.

Osvaldo estudió en conservatorios de la vecindad y a los quince años se inició profesionalmente en el “Café de la Chancha”, lugar denominado así por su falta de higiene. Poco después integró el conjunto de la primera mujer bandoneonista que tuvo el tango, Francisca Paquita Bernardo. Luego, se incorporó al cuarteto de Enrique Mollet. Posteriormente, tocó en la orquesta de Roberto Firpo y en 1927 ya era pianista de la orquesta de Pedro Mafia. Un tiempo después, junto con el violinista Elvino Vardaro formaron un conjunto con el nombre de ambos. Debutaron en el Café Nacional y emprendieron una gira por el interior que terminó en fracaso económico. En 1939, tras haber formado su propia orquesta, que funcionaba como una cooperativa, de un café del barrio de Villa Crespo saltaron a Radio El Mundo -la más importante del momento-, gestándose como consecuencia un grupo importante de adeptos.

En 1943, la orquesta grabó su primer disco con la participación de cantores como Roberto Chanel, Alberto Morán, Jorge Vidal, Jorge Maciel y Miguel Montero, entre otros. En la década del cuarenta, Pugliese grabó algunos temas instrumentales propios, anticipándose a la vanguardia. Es el caso de “La Yumba”, “Negracha” y “Malandraca”. Otros tangos que escribió e interpretó son: “Recuerdo”, “La beba”, “Adiós, Bardi”, “Recién”, “Barro”, “Una vez” y “El encopao”. Pugliese fue apresado por sus ideas políticas en varias oportunidades. La orquesta estuvo prohibida por varios años para la radiodifusión, pero la censura no logró que el público la olvide.

 El 26 de diciembre de 1985, Osvaldo Pugliese y su orquesta tocaron en el Teatro Colón y en 1986 fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. Falleció a los noventa años, el 25 de julio de 1995. En 2009, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó agregarle el nombre de Osvaldo Pugliese a la estación Malabia de la línea B. Mediante un sitio web llegaron a juntar casi 30.000 firmas que apoyaron la idea y respondió a una campaña organizada por vecinos, admiradores y la viuda del compositor. Así Malabia fue la tercer estación de subte en contar con un nombre compuesto junto a Los Incas-Parque Chas y Tronador-Villa Ortúzar (La calle en la que desemboca la estación permanece para no desorientar a los ciudadanos que se trasladan en subte).

La máquina en marcha

Su legado vive en su hija, Beba Pugliese, pianista, directora, arregladora y compositora, y en su nieta Carla Pugliese, bandoneonista. ¨Recibo del público el cariño que ya tiene generaciones, muchos me cuentan historias de mi abuelo y de mi abuela Chola”. Si bien comenzó a estudiar piano a los tres años, cuando conoció el fuelle no paró de tocar. Admite que, aún hoy, muchos se acercan y se emocionan cuando la escuchan tocar, incluso le tocan las manos. El amor a la música trasciende los espíritus y los barrios. Carla cuenta que recientemente la convocaron a tocar por el aniversario Número 161 de Villa Ortúzar, lugar donde nació. ¨Me presenté en la plaza 25 de Agosto que se encuentra frente a la casa de la infancia de mi madre y con el fuelle de Aníbal Troilo. Fue muy emocionante tocar para todo mi barrio.”

El bagaje cultural que dejó Osvaldo Pugliese no termina con la composición de piezas reconocidas en todo el mundo sino que además fue parte de la fundación de La Casa del Tango, un sitio en Almagro donde el tango se respira y no simula una postal. En Guardia Vieja al 4000, los miércoles y sábados por la noche se organizan peñas donde cualquiera puede cantar o recitar si así lo desea. Sólo es necesario anotarse en una planilla.

En el predio también se brindan clases de canto y baile del género. Se trata de un lugar austero, con una historia bien argentina, mezcla de resistencia, lucha y arte. Además de las peñas hay salas auditorios, donde ensayan varias orquestas. El amplio salón en la planta lleva el nombre de Osvaldo Pugliese, uno de los miembros de la Comisión Directiva en los años de su fundación. Una placa de mármol lo distingue como presidente de esta casa, junto a los otros miembros fundadores. Como entidad, fue creada en septiembre de 1967 y su nombre se debe a la sugerencia de Leopoldo Díaz Vélez. La primera Comisión Directiva se formó con Reynaldo Martín (Presidente), Oscar Del Priore (VicePresidente), Alfredo Tarsi y Díaz Vélez (secretarios), Salvador Del Priore (Tesorero), Olga Cabrera (ProTesorera), Luis Sierra (Asesor Legal), Nélida Rouchetto (RR.PP y vocales). De 1970 a 1995, Osvaldo Pugliese (Presidente); de 1969 a 1977, Julio Camilloni (Vice-Presidente); desde 1969, Olga Cabrera (Tesorera) y Nélida Rouchetto (Secretaria), Luis Stazo, Javier Nazzea, Aníbal Arias. A partir de 1980, se incorporaron Natalio Etchegaray (Director Ejecutivo), Carlos García, Lidia Elman y José Libertela (Vocales). Rouchetto, ex redactora de la revista “La Maga” y parte de la Comisión Directiva que está desde su fundación recordó cuando Lidia Elman, segunda esposa de Osvaldo Pugliese, las llevaba en su vehículo a ella y a Olga Cabrera a buscar lugares para la entidad, cuando aún no tenía un espacio físico. “Olga Cabrera, además de ser la tesorera del lugar hasta su fallecimiento, ha sido una gran cantante que priorizó llevar a cabo este proyecto que crecer en su vida artística”, afirmó.

Existen puntos de encuentro que sirven de válvula de escape a la ajetreada cotidianidad de una metrópoli. Ray Brabdbury dijo que el arte hace soportable la realidad. En su historia La Casa del Tango tuvo varios locales como sede. En 1981, en un gran festival, la Municipalidad le entregó a su Comisión Directiva las llaves del predio de Guardia Vieja al 4000. Ese mismo año se obtuvo la Personería Jurídica para organizarse como «Fundación». La fábrica se pudo remodelar gracias al apoyo financiero que por intermedio del empresario japonés Yoshio Nakanishi, el fundador de la entidad japonesa Soka Gakkai, Dr. Daisaku Ikeda, envía desde 1989. También con el tiempo, se sumaron otras donaciones de México y de la propia Argentina.

El 18 setiembre de 2007, al cumplirse treinta años de la primera reunión, se realizó un festival en el que – entre otros- actuaron: Horacio Salgán, Ubaldo de Lío, Beba Pugliese, Gloria Díaz y Reynaldo Martín; con dirección general de Oscar Del Priore y Nélida Rouchetto. En el festival se recordó a todos los que participaron de la entidad, con los siempre escasos recursos pero con gran entusiasmo. Allí también dejó su impronta Don Osvaldo que decía de sí mismo que no era un maestro sino un poroto, un tornillo de la máquina tanguera. La pieza, o el motor de la maquina, funciona lejos de los paquetes turísticos y está emplazada en un barrio donde los músicos se reúnen a ensayar y ya lleva cincuenta años de servicio y arte autentico.

Militancia y devoción

 Sin embargo, el camino más arduo Don Osvaldo lo tuvo debajo el escenario. En 1935 fundó el Sindicato de Músicos. ¨Hasta entonces los músicos populares no lo habíamos tenido. Fue un movimiento monstruoso, pero como consecuencia de la falta de experiencia de algunos, empezaron las divisiones. Sin embargo, recuerdo que todos demostraron siempre combatividad y finalmente se consiguió mejor salario, descanso semanal y finalización de la jornada laboral a las cuatro¨. Las persecuciones que vivió por ser afiliado al Partido Comunista atravesaron momentos de censura y cárcel en casi todos los gobiernos: los primeros mandatos peronistas, el mandato de Arturo Frondizi y los gobiernos de facto. Sólo durante dos gestiones presidenciales no fue perseguido: con Arturo Illia (1963- 1966) y durante el tercer mandato de Perón.

Pionero en defender los derechos laborales, muchos aún hoy le adjudican que sigue apoyando al rubro, por lo que es considerado “Patrono de los músicos”. La historia o mito urbano lo une a otro emblema de la música popular: Charly García. Luego de una serie de problemas técnicos que retrasaron el comienzo de uno de sus shows, el sonido no funcionaba bien hasta que alguien del equipo intentó hacer una prueba con un disco del Maestro Pugliese y ahí todo mejoró. Por eso también lo consideran como una figura de la buena suerte. Muchos artistas mencionan su apellido tres veces antes de tocar y otros guardan su estampita, con plegaria incluida, para encontrar instrumentos perdidos o solucionar problemas sonido.

 ¨La soberanía nacional se defiende también con la cultura¨

Así lo sostenía Pugliese y ese sentir tuvo su correlato histórico en 1985 cuando en el Teatro Colón la orquesta que nació milonguera llevó el arrabal porteño al distinguido escenario dedicado exclusivamente a la música clásica. El estilo Pugliese mantuvo su popularidad durante 56 años y la orquesta funcionó de manera cooperativa. Los lugares, las melodías, los recuerdos pertenecen a la historia de cada ser: ¨más que la fama importa situar a la gente en el corazón¨, admitía “el troesma”. Algo similar ocurre con la identidad que nos hace parte de un lugar en el mundo. No importan las definiciones si recorriendo las calles se despiertan genuinas emociones. Si escuchamos al laburante de la máquina tanguera (mientras cerramos los ojos) y transitamos ese instante desde el alma emergen respuestas.

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