A lo largo de su historia la cirugía ha ido experimentado innovaciones y avances que han transformado radicalmente los procedimientos, las técnicas, el instrumental y los resultados obtenidos, y por sobre todo han puesto en evidencia el ingenio humano. Pablo Acquafresca Cirujano General e intervencionista Analista de sistemas Staff Fundación DAICIM Cirujano de planta, Hospital B. Rivadavia, CABA Los primeros intentos de intervención quirúrgica se remontan a la prehistoria, donde las tribus realizaban procedimientos rudimentarios, como por ejemplo la trepanación, para tratar de liberar los “espíritus” que afectaban al paciente. Estas intervenciones, aunque motivadas por la necesidad de sobrevivir, estaban cargadas de misticismo y superstición. La cirugía primitiva se basaba en gran medida en la experiencia empírica y la intuición, con poca comprensión de la anatomía y la fisiología. Con la llegada de la civilización griega, la medicina y la cirugía experimentaron un cambio significativo. Hipócrates, considerado el padre de la medicina, introdujo un enfoque más científico en la práctica médica. Durante esta época, se desarrolló un mayor conocimiento anatómico y se realizaron avances en la técnica quirúrgica Llegada la edad media, conocida es la historia de los “barberos-cirujanos”. Época en la cual los procedimientos eran realizados sin una base científica sólida. Pero llegado el siglo de las luces a Europa, se dio inicio a la cirugía moderna o lo que llamamos la cirugía 1.0. Comienzan aquí a aplicarse conocimientos anatómicos y fundamentos científicos en el ejercicio de esta profesión. Una figura importante a este respecto fue el cirujano escocés John Hunter, considerado generalmente como el padre de la cirugía moderna por haber comenzado a emplear el método científico. Ya en el siglo XX entrada la década de los ’80, con el advenimiento de la cirugía laparoscópica podemos afirmar que se produjo una segunda revolución que permitió la aparición de la cirugía 2.0. La técnica laparoscópica permite, a través de pequeñas incisiones en el cuerpo, introducir una cámara de video y el instrumental quirúrgico necesario para la resolución de la enfermedad. Teniendo como ventaja fundamental una recuperación postoperatoria más rápida con una mínima secuela estética. Más cercanos a nuestra época actual, a partir de la década de los ’90, comenzó el surgimiento de la cirugía robótica que le dio forma a la cirugía 3.0. Las herramientas de trabajo aquí ya no son controladas en forma directa por las manos del cirujano, sino que el cirujano desde una consola de trabajo dirige los brazos del robot, y son estos los que mueven el instrumental quirúrgico. Esta tercera revolución abrió las puertas a nuevas innovaciones como la posibilidad de realizar telecirugía, es decir, cirugía a distancia. Hito alcanzado por el Profesor Jacques Marescaux en el año 2001 cuando llevó a cabo la llamada “operación de Lindbergh”, en la cual extirpó la vesícula de una paciente en Francia con un robot, estando él físicamente en Nueva York desde donde controlaba todo el procedimiento. Finalmente llegamos a la época actual, donde el crecimiento exponencial que ha presentado la tecnología con procesadores de cómputo cada vez más potentes, conexiones de fibra óptica más veloces y el avance de la informática, han permitido que al aplicar estos elementos a la medicina se diera origen a la cuarta revolución: el surgimiento de la cirugía 4.0. La inteligencia artificial, puntualmente la aplicación de machine learning a grandes volúmenes de datos, está permitiendo a los médicos tomar decisiones con mayor información y reduciendo por lo tanto el margen de error, y en otros casos incluso ser las computadoras las que arriben al diagnóstico. Estos avances están transformando el quirófano del siglo XX en el quirófano “inteligente” del siglo XXI. Un quirófano que permite tener mayor acceso a la información del paciente durante el acto quirúrgico. Posibilitando por ejemplo visualizar los estudios preoperatorios del paciente en el intraoperatorio mediante el uso de la tecnología de la realidad aumentada, y de este modo “navegar” por la anatomía del paciente antes de siquiera realizar una incisión. Esto permite la identificación de estructuras que no son fáciles de identificar o que están situadas en planos profundos, permitiendo llevar a cabo maniobras mucho más precisas. Se puede de este modo por ejemplo identificar mejor lesiones tumorales que haya que extirpar que no sean claramente visibles a los ojos desnudos del cirujano, estableciéndose márgenes de seguridades más claros, y también por otro lado evitar el daño a órganos próximos a la zona objetivo. Por otro lado, la completa interconexión digital con otros centros permite la comunicación con profesionales especializados que pueden guiar al cirujano durante el procedimiento, a modo de telementorización. El cirujano con mayor experiencia puede realizar recomendaciones en tiempo real al cirujano actuante mediante indicaciones verbales o recursos gráficos e incluso con la aplicación de la telecirugía y la presencia de robots en quirófano el cirujano mentor puede tomar el mando de la cirugía y completar la misma en forma remota. Sin duda nos queda camino por recorrer, y en los países en desarrollo solemos estar rezagados pero es importante destacar que en la Argentina a pesar de nuestros limitantes, tanto en el ámbito asistencial privado como público contamos con los recursos humanos y la tecnología para acompañar la evolución de la cirugía y brindar lo mejor a nuestros pacientes. |
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